En los últimos meses he leído artículos que me parecen importantes y todos ellos tienen un tema en común, la falta de compromiso de todos, TODOS, con la educación. Estos textos no sólo refieren experiencias y frustraciones de un sólo sector, cada uno de ellos narra lo difícil que es ser estudiante, profesor o padre de familia, tres grupos importantes en el proceso de enseñanza de cualquier país. A estos textos le sumaré publicaciones en grupos de Facebook donde abundan comentarios de este tipo. 

Maestros quejándose de las condiciones para desempeñar su trabajo, las faltas de respeto y la irresponsabilidad de los padres de familia; los padres de familia comentan sobre la incompetencia como encargado de un salón de clases, del abuso con tareas o materiales, en fin, pero estas carencias y quejas se extienden más allá de las aulas, pues la enseñanza de una profesión continúa después, a lo largo de tu vida laboral seguimos aprendiendo cómo ejercer, si es que tenemos la fortuna de hacerlo. Aunque el tema del aprendizaje aplica a todas las carreras, específicamente me refiero en esta ocasión al periodismo.
«Me rindo, no puedo contra los celulares», dijo en un texto publicado en su blog el periodista Leonardo Haberkorn en el que narra cómo ante varias preguntas a sus alumnos sobre temas actuales, sólo obtuvo silencio.
Pero no es el único, el debate sobre el papel de la tecnología, la sobre exposición de información, el papel de las denuncias en Internet, las redes sociales como fuente de información se unieron a los debates de ética periodística que ya de por sí arrastra este oficio.

Por favor

La explicación anterior es sólo para hacer una petición de corazón, una petición dirigida a los más experimentados, a los reporteros que abrieron brecha, fuera y dentro de las aulas, a quienes con sus textos inspiraron a otros a estudiar periodismo o simplemente ejercerlo, a quienes me inspiraron.
La convivencia con la tecnología y la nueva cosmovisión de los más jóvenes, de esos llamados millenials y de las generaciones posteriores les ha sido difícil, pues al parecer se tiene la idea de que el Internet les arrebató los productos tangibles, invadió con sus blogs, podcast y redes sociales el lugar que ocuparon el radio, la televisión y el periódico por mucho años.
Sí, convivir con quien prácticamente nació con un celular en la mano, con quien no te mira al conversar es difícil y más si piensa que el mundo se arregla detrás de un monitor, remotamente a través de una conexión de Internet. Pero abandonar, dejar de inspirar no creo que sea la solución.
El Internet, los celulares, las redes sociales, no les ha robado nada, nos les quitaron público y mucho menos les tumbó el negocio y muestra de ello es la crisis por la que también cruzan los medios digitales.

Necesitamos quién nos inspire y nos enseñe el verdadero papel del periodismo, que enseñe a reportear, el valor de la investigación y la entrevista cara a cara, analizar, contextualizar, atar cabos, hacer periodismo.

Los celulares no son los enemigos, el abandono y desinterés sí, el Internet y todas sus plataformas son herramientas valiosas, lo sé porque he tenido la fortuna de verlos desarrollarse, lo sé porque las he usado. Sí, no todo es de valor o calidad, pero tampoco todo lo impreso o transmitido por radio o televisión lo es,opinadores los hay en todos lados y de todos calibres.

No renuncien, no se alejen. La tecnología ha dado la oportunidad de opinar, de democratizar la información, de nosotros depende procesarla, filtrarla y darle valor a lo que realmente lo tiene. No abandonen a quienes creen y han hecho del copy-paste un género periodístico, o quienes manipulan una cabeza para obtener un clic. No nos dejen al amparo de los mercenarios que con relaciones perversas se aprovechan de la difusión de información tendenciosa, no permitan que la gente sin ética se apropie de espacios, afectos y conciencias. El periodismo como nunca antes, requiere de valor, recuperar el romanticismo, la empatía, profundidad, responsabilidad-irresponsabilidad y pasión para ejercerse.

Ustedes, tienen la experiencia, los jóvenes y el Internet tiene las herramientas. No renuncien reporteros, no renuncien periodistas.



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