Apenas pasas de tu primer año de vida y ya te quieres subir a la resbaladilla. Eso me da miedo y aunque me emociona como parte de tu desarrollo y crecimiento, me aterra que te pase algo.
La primera vez no te solté. Mis manos se aferraron a tu pequeño cuerpo para que no te lastimaras y al paso del tiempo tú misma te sentiste más segura y ya no me permitirse sostenerte.
El siguiente paso fue tu aventura de trepar por primer vez las de escaleras. Tus pequeños piernas no el siguiente escalón y te ayudé, de nuevo evitaste mi ayuda y trataste de subir sola. Te costó muchísimo trabajo, tanto, que sólo lo intentaste dos veces y quedaste agotada.
La siguiente vez, pasó algo que me da pena admitir. Por mi culpa te lastimaste. Al llegar a la parte más alta del juego trataste de soltarte y por miedo no solté tu mano, apenas pude alcanzarte para evitar te lastimaras pero no. Te pegaste en te pequeña cabeza y lloraste.
Ese miedo de hacer lo mismo cuando crezcas me persigue. El no saber cuando soltarte, soltar tu mano para que vivas y experimentes por ti misma me aterra.
Sólo espero saber cuándo soltar tu mano.
Sabrás, don’t worry